El Chino wero

“Aquello que puedes o sueñas poder hacer, comiénzalo ya. La audacia conlleva genio, poder y magia!”
William H. Murray

La primera vez que leí esta cita aluciné!… Era simplemente brutal! “Aquello que puedes o sueñas poder hacer, comiénzalo ya. La audacia conlleva genio, poder y magia!”… ¡Wow!… ¡qué maravillosa fuerza en un par de frases!… pensé, este Murray si que debe haber sido un «crack» del desarrollo personal, sin embargo, nada que ver con esto, busqué en Wikipedia y me di cuenta que en realidad había sido un alpinista… en fin, te confieso que sentí un impulso de levantarme y salir afuera corriendo. De esas veces que no sabes qué hacer ni para donde “jalar”, pero que sabes que ante semejante declaración no te puedes quedar sin hacer nada. En ese tiempo continuamente buscaba algo que me motivara a sacar esa música que tanto tú como yo sabemos que llevamos dentro, pero que por miedo, posponemos y trágicamente nuestra «melodía» se queda, pues ahí donde no le sirve a nadie… adentro.

Te confieso que desde hace muchos años me aficioné a la lectura y he devorado cientos de títulos para alimentar en mí el deseo de logro, el impulso por emprender, la capacidad de actuar a pesar de los miedos e incluso a perseguir ese elusivo y multimanoseado concepto del «éxito», lo que sea que eso signifique.

Y esas palabras contenidas en la cita ¡sí que eran potentes!… Primero me hablaba de sueños, esa palabra que hace algún tiempo se asociaba a cursis fantasías de niños que querían ser bomberos o astronautas (y vaya que eso no tiene nada de malo ni siquiera de improbable, porque existen suficientes casos documentados de bomberos y astronautas que precisamente soñaron con ello desde pequeños). Sin embago, actualmente hablar de sueños ya no enroncha a nadie ya que son social y hasta profesionalmente aceptados como una visión de algo grande que nos impulse a crecer, a crear y a poner en práctica nuestros mejores recursos para alcanzarlos.
Murray me hablaba también de ser audaz!, un calificativo que uno asocia con los superhéroes de los comics o caricaturas, pero ¡no con uno mismo!. Si uno en la escuela primaria fue víctima de grandulones que te empujaban, te excluían de su clan o hasta te podían doblar de un puño en el estómago a la menor provocación dejándote no sólo desinflado del vientre sino de la autoestima, lo cual es peor, pues lo último que nos sentimos es audaces!, pero la cita decía que sólo era necesario empezar la cosa y que en ello había genio, poder y magia!… ¿Quién no quiere lucir como un GENIO?, ¿y tener PODER de hacer cosas y dominar el entorno?, ¿y que tal que para todo aquello que raye en lo imposible, pues que sencillamente podamos conseguirlo con MAGIA?. No, no, no, este Murray si que se voló la barda con semejante pedazo de frase!.

En fin, todo esta introducción para justificarte que, no obstante una parte de mi me cuestionaba el atrevimiento a iniciar un blog, sin contar aparentemente con grandes logros personales, emprendimientos en mi haber de esos que cambian el mundo o simplemente ideas suficientemente originales para pretender que fueran de interés para al menos alguno de mis contemporáneos, pues sencillamente hoy me escudo en esa frase matona (tú eres culpable Murray, Dios te tenga en su gloria)  para poner el ejemplo y empezar algo que soñaba hacer, que es escribir y compartir online con otras almas inquietas que como yo, buscan diseñar una vida que valga el esfuerzo, se empeñan en crear una manera de vivir que nos satisfaga y nos haga felices, basados en el emprendimiento y en los principios en los que creemos como personas bien nacidas y agradecidas, gozando con esta fugaz oportunidad llamada vida.

Cierro con la razón del título de este artículo de presentación que tiene que ver con la gran diferencia que existe entre lo que uno es de verdad, hacia adentro, esa nuestra identidad personal tal como nosotros nos reconocemos y la percepción hacia afuera que otros se hacen de nosotros. Una percepción que puede ser buena o mala pero que suele ser muy distinta.

Han de saber que mi compañera de vida, entiéndase mi esposa, es china, así es, auténticamente oriental, de sangre china por parte de padres y abuelos. Sin embargo yo por mi lado soy mexicano aunque por azares de la inmigración de la conquista de México, heredé rasgos de piel blanca y pelo castaño claro. Ahora bien, aun cuando no puedo presumir de ojo grande tapatío, nada en mí coincide con rasgo oriental alguno.

Bien, pues te cuento que hace años solíamos vivir en una casa que no tenía fachada hacia la calle sino que en realidad estaba al fondo de un terreno al que se llegaba por una estrecha entrada del ancho de un auto. Los recolectores de basura pasaban muy temprano y entonces yo solía darles propina.

Un día de tantos, no se si porque yo no estaba en casa o me quedé dormido, no salí a darles la acostumbrada propina y fue cuando uno de los recolectores, viendo que mi vecino, se asomaba, aprovechó para preguntarle por mi con la seguridad de haber juzgado acertadamente mis antecedentes genéticos: “Oiga, ¿no está el chino wero que vive al fondo?”

De ahí surgió la anécdota del chino wero, que aparte de darme mucha risa, solo demostró que por simple asociación solemos asignar etiquetas y hasta rasgos étnicos a las personas, sin merecerlos. Los que acaso sí podrían catalogarse como chinos weros serían mis hijos, pero amigos y aventureros en búsqueda del buen vivir, eso será motivo de otra historia.

Se despide de Uds Emiliano Ruiz, “El chino wero”

Hasta la próxima!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *