Este dilema que frecuentemente sale a relucir en las aulas, conferencias o cursos, especialmente cuando se trata algún tema de causa y efecto, tiene una explicación científica. Y más allá de la curiosidad que encierra, podría tener un signficado profundo en nuestro progreso personal, profesional y económico como personas.
La respuesta acertada es… ¿qué dice el público?… el huevo. El huevo fue primero, la gallina después.
Ahora bien, si no sabes la explicación evolutiva de esto tu mente protestará enseguida: «¿entonces quién puso ese huevo!»
Permíteme aclarar el punto. Simplificaré mucho las cosas con el afán de ser más entendible y conciso.
La evolución de todas las especies actuales y extintas, se basa en la transmisión de la información del DNA (información genética) de «padre» a «hijo». Cada vez que surge una nueva generación, ésta contiene una mezcla del DNA de los procreadores. De tal manera que el nuevo DNA de los descendientes es muy similar al de sus padres pero NO idéntico (esto es muy importante) porque incluye algunos rasgos de cada uno de los progenitores. Además puede haber mutaciones o alteraciones causadas por factores externos. Todo esto provoca que con cada nueva generación los descendientes tengan variaciones, por ejemplo color distinto, extremidades un poco más cortas o más largas, orejas un poco más grandes o un poco más cortas, en fin.
En su entorno estas diferencias favorecen marginalmente a unos y perjudican a otros, lo cual permite que los favorecidos tiendan a reproducirse más y los perjudicados menos. Con esto, el rasgo favorecedor tiende a propagarse en el DNA a otra generación que de nuevo, es muy similar pero NO idéntica a la anterior. Este proceso repetido miles y millones de veces es responsable de que surjan todas las distintas especies que han existido y que llegan a ser muy distintas a sus más antiguos ancestros.
Ahora bien, ¿dónde entran las gallinas aquí?. Aquí te explico. La gallina que actualmente conocemos surgió en un momento determinado de una mezcla de DNA de unos padres que eran muy similares pero que aún no eran la gallina que conocemos. Indudablemente esa criatura previa sí se reproducía por medio de huevo y en un punto en la historia de su especie puso uno, cuya mezcla precisa de DNA, formó POR PRIMERA VEZ un ejemplar de la especie de gallina actual. Por lo tanto, primero fue el huevo y de él surgió nuestra gallina.
En el próximo post, tocaré el tema de la relevancia de entender esto para nuestro éxito personal.
Por lo pronto sigamos buscando, porque proverbial es que el que busca… encuentra!
Hasta la próxima.