Estoy orgulloso de ti…
Qué palabras tan poderosas. Dichas por alguien con autoridad pueden crear un impacto tan fuerte, tan duradero, tan profundo. En especial si se dicen de corazón a corazón, si se le dicen a un niño… o al niño que todos llevamos dentro y que necesita, que clama, que ruega por reconocimiento… ¿Cuántas cosas estaríamos dispuestos a hacer por escuchar estas palabras de quien ya no esta aquí, de esa persona especial, de uno de nuestros padres, de tu pareja?….
Cuántos kilómetros recorreríamos con tal de ganárnoslas?…
Cuántos saltos arriesgaríamos aún sin red de protección?…
Cuántas llamadas?… Cuántas puertas tocarías?… Cuántos noes estarías dispuesto a recibir?
Cuántos desvelos soportaríamos por escuchar ese premio de tan sólo 4 palabras: Estoy orgulloso de ti?…
El emprendedor es capaz de arriesgarlo todo porque busca sentirse satisfecho consigo mismo y su creación. Aunque la medida del éxito de los negocios se relaciona en primera instancia con la recompensa material, las fuerzas para arrancar y continuar haciendo las cosas viene de la pasión y del amor hacia tu causa y por lo que ella exige de ti…
Emprender no es fácil… y por eso a quienes tenemos ese gen nos engancha. No nos atrae aquello que se da sin esfuerzo. Lo que nos hipnotiza es aquello que nos reta, que nos hace estirarnos al límite de nuestras fuerzas y nuestra cordura a veces; nos encandila perseguir lo elusivo, romper la roca dura, escalar la cima imposible, porque todo eso nos obliga a ser más hábiles, más listos, más disciplinados, más humanos, más empedernidos, más tercos… y con ello más reconocidos, por aquel que nos observa desde afuera y más importante aún por ese que vive dentro de nosotros que sabe que estamos obligados a tener éxito no porque sea fácil, sino porque creemos que es lo correcto.
Es muy probable que emprendas un negocio por dinero, pero lo harás hasta sus últimas consecuencias por la satisfacción del deber cumplido y por escuchar esa vocecita interior que te susurra: «Estoy orgulloso de ti».